lunes, 27 de abril de 2015

VITICULTURA: BROTACIÓN DE LA VID

LA BROTACIÓN DE LA VID: Consideraciones y Procesos Implicados.

      Como todos los años, y por esta época, desde Alan de Val estamos presenciando, desde hace pocas semanas, la brotación de nuestras viñas después de la habitual parada invernal. En estos momentos más del 80% del viñedo se encuentran con brotes que oscilan entre los 10 y 20 cm de longitud, algunos incluso ya con 30 cm. Un momento ideal para poder evaluar el vigor inicial de nuestras cepas en un momento que no es limitante en cuanto a la capacidad hídrica del suelo, así como una importante continuidad del potencial fisiológico con que se cerró el periódo vegetativo anterior.





     Para hablar de fenología conviene aclarar ciertas definiciones y ciertos aspectos relacionados con el proceso biológico de las yemas en la vid.

    Fenología es la parte de la climatología que estudia los fenómenos naturales que se manifiestan periódicamente en las plantas y animales y la relación entre éstos con el clima y los cambios de estación. Tiene por finalidad describir las causas de variación a lo largo del tiempo, buscando correlaciones entre los índices climáticos y las fechas de manifestación de estados de crecimiento concretos, así como de los intervalos entre ellos.

     Los estado fenológicos hacen referencia a momentos concretos del crecimiento y desarrollo de órganos vegetativos y reproductores y su manifestación y sucesión es consecuencia de la interacción del genotipo con el medio ambiente, pudiendo modificarse con las prácticas culturales.



       El estudio de las fases fenológicas de la vid refleja cómo se suceden el desarrollo y crecimiento de los órganos vegetativos y fructíferos en íntima relación con las condiciones climáticas y culturales, debido a ello, existe una estrecha relación entre la fenología de la vid y la de los agentes biológicos del entorno vitícola y las exigencias culturales del viñedo.



      Para comenzar entendiendo el inicio de desarrollo de los órganos vegetativos empecemos por hablar de la latencia de las yemas y los procesos fisiológicos implicados;

     La latencia de las yemas es un estado característico de los frutales caducifolios que les permite sobrellevar las condiciones desfavorables del invierno (Saure, 1985). En la vid, después del envero y durante la fase de maduración de los de lo racimos, en las yemas ubicadas en las axilas de las hojas ocurren los cambios anatómicos y metabólicos que caracterizan al período de diferenciación floral. Al término de este período, se podría decir, se inicia el proceso de latencia en las yemas. Este se va desarrollando secuencialmente desde las yemas de la base hacia las de la punta del sarmiento. 


     La diferenciación en vid dura aproximadamente hasta la madurez de las bayas, siendo las yemas de la base del sarmiento las que se diferencian primero. Debido a que la yema de la vid es una yema de tipo mixto (órganos reproductivos y vegetativos juntos), su diferenciación consiste básicamente en la organización de los meristemos y de los esbozos de hojas, racimos y zarcillos para que en la primavera siguiente den origen al nuevo brote portador. 

   Terminada la diferenciación de cada yema se inicia en ésta lo que se denomina etapa de paralatencia. Durante esta etapa gran parte de las yemas (en especial las basales) aún tienen la capacidad potencial de brotar pero permanecen en reposo, debido principalmente a la dominancia ejercida por la yema apical y las anticipadas de los sarmientos aún en crecimiento. Esta capacidad potencial de brotar se va perdiendo paulatinamente conforme se avanza en la estación y el sarmiento va madurando. Este va perdiendo desde la base su color verde por desintegración de la clorofila en las células epidermales y tornándose paulatinamente desde café claro a oscuro debido a la acumulación de lignina y otros compuestos fenólicos en las paredes celulares. Este período es conocido como agostamiento, y coincide con el término del crecimiento del sarmiento y el paso de las yemas a la etapa conocida como de entrada en endolatencia. Durante este período las yemas pierden en dos o tres semanas su capacidad de brotar entrando definitivamente a la etapa de endolatencia. 

    Durante la endolatencia, a pesar de que no se observan cambios visibles, este es un estado fisiológico y bioquímicamente activo, durante el cual se producen cambios en el contenido de agua de las yemas y en los niveles de reguladores de crecimiento y otras substancias químicas (Young y col., 1973; Seeley y Powell, 1981; Powell, 1987; Martin, 1991). De este estado las yemas salen solo si han cumplido un mínimo de horas de frío que le permitan pasar a las etapas siguientes que son: la salida de endolatencia en la cual las yemas van paulatinamente recuperando de nuevo su capacidad potencial de brotar y la ecolatencia, en la que las yemas a pesar de poseer plenamente su capacidad de brotar, permanecen en reposo hasta que las mayores temperaturas de la primavera les permitan su salida de este estado y aseguren el normal desarrollo del nuevo brote (Lang, 1987).


      Como ya se ha dicho, las yemas endolatentes de vid poseen un requerimiento mínimo de frío para brotar el cual se satisface mediante exposiciones a bajas temperaturas (Kliewer y Soleimani 1972). Numerosos estudios se han efectuado para determinar el requerimiento de frío de la vid el cual se asume ser característico de cada variedad. Sin embargo, aún hoy existen inexactitudes en la determinación de estos requerimientos debido a factores ambientales de cada localidad y a los diferentes modelos usados en su cálculo.

    La vid es uno de los cultivos con mayor variabilidad genética con una enorme cantidad de variedades existentes en la actualidad y repartidas en los más diversos climas. Esto explica en parte el amplio rango de requerimiento de frío que se le asigna a esta especie, el cual va entre las 150 y 1200 horas de frío. (Westwood, 1982; Lyon y col, 1989). Sin embargo, sus requerimientos promedios de todas maneras son inferiores a la mayoría de los frutales de hoja caduca (Chandler et al 1937 Westwood, 1982; Lyon et al, 1989).


La falta de frío invernal en la vid produce efectos como:

a) retraso en la brotación de las yemas,
b) brotación defectuosa o fallída de éstas,
c) disminución del número de brotes por sarmiento,
d) disminución de racimos por sarmiento
e) poca uniformidad en el desarrollo de los racimos y
f) retraso en la maduración de las bayas, todo lo cual se traduce al final en producciones pobres, tardías y de baja calidad (Wicks et al 1984; Or et al, 2000).



PREPARACIÓN A LA BROTACIÓN DE LAS YEMAS

      Como es sabido una sucesión de temperaturas medias por encima del umbral invernante da lugar en cada variedad al inicio de la movilización de reservas en raíces, tronco y brazos ( en forma de almidón almacenable ). En esos momentos la planta de vid procede a traslocar dichas reservas produciendo el llamado lloro, que no es otra cosa más que el descongestionamiento y puesta en marcha del sistema vascular de la vid. Cabe decir que, al contrario de las ideas populares de que un abundante lloro conlleva un debilitamiento de la cepa, este concepto en completamente erróneo e incierto.


      Estudios recientes basan el final de la latencia de las yemas mediante una posible via endogénica de formación de peróxido de hidrógeno como molécula señal de acuerdo al siguiente planteamiento hipotético;


     Esta teoría es expuesta ampliamente por el Grupo de Investigación Enológica (GIE) de la Universidad de Chile y sus autores son Manuel Pinto1, Waldo Lira, Hector Ugalde y Francisco Pérez.



INICIO DE LA FUNCIONALIDAD DE LA VID

 A partir del inicio de la brotación ( ecolatencia ) se produce un periodo previo al inicio de la actividad fotosintética de las hojas en el momento en que estas adquieren la capacidad de entrar en autotrofia, es decir, autosuficiencia energética propiamente vegetativa.

El esquema final de desarrollo corresponde con el siguiente esquema funcional.


Formación Alan de Val




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